CARTA A LAS IGLESIAS EN RELACIÓN A LAS PRÓXIMAS ELECCIONES

En nuestra más reciente reunión nacional del Concilio General de Supervisión (conocido como GOC en Inglés), se discutió en oración el asunto de las próximas elecciones. El punto de vista […]

En nuestra más reciente reunión nacional del Concilio General de Supervisión (conocido como GOC en Inglés), se discutió en oración el asunto de las próximas elecciones. El punto de vista del GOC fue que se debería dar guianza espiritual a nuestros pastores y líderes de iglesias durante este desafiante tiempo de la historia de nuestra nación. Hubo acuerdo en que nuestras congregaciones merecen cualquier aporte o ayuda que la Iglesia Misionera pueda darles. De la misma forma, el Concilio ha considerado prudente no “micro gestionar” la guianza que salga de nuestra oficina.

 

Se decidió, por lo tanto, que yo como su Presidente (respaldado por las oraciones del GOC) debería de buscar el rostro del Señor y enfrentar los asuntos en esta carta a las iglesias. Mientras que yo me he beneficiado por lo sabio de la discusión, no presumo que escribo esta carta como el portavoz del GOC, sino que expreso mi propio corazón y lo que me siento guiado a compartir. He tratado de escribir esta carta de tal manera que los principios puedan ser aplicables en cualquier elección (ya sea federal, estatal o local) y en cualquier año.

 

Me gustaría comenzar restando importancia al papel de la política en la vida del cristiano. La política no es la esperanza del mundo o de nuestra nación. Nuestro Señor Jesucristo es la única esperanza para los problemas de este mundo, por lo tanto nuestra fe está en Él, y en Él solo. Al mismo tiempo, el sistema político de los Estados Unidos, es el principio organizador de la nación en la cual Dios nos ha puesto en este momento de la historia del mundo. Así que tenemos la responsabilidad no sólo entenderlo, sino también influenciarlo con la ayuda de Dios.

 

Cuando los padres de la patria establecieron la separación de Iglesia y Estado como principio rector de nuestra nación, su intención fue asegurarse de que los Estados Unidos no establecerían una sola denominación o religión como el único sistema de creencias aprobado. ¡Ellos tenían una buena razón para hacerlo de esa manera! Un gran porcentaje de las personas que había llegado a Estados Unidos lo hicieron con el fin de escapar a la persecución religiosa en su país de origen.

 

Por esta razón, la Primera Enmienda de la Constitución comienza diciendo que el Congreso no puede hacer ninguna ley que establezca una determinada religión como ley de la tierra.

 

Si la frase terminara allí, entonces los Estados Unidos hubiera podido haberse declarada secular, o una zona libre de religión, en la que la religión no habría podido desempeñar ningún papel. Pero esa primera importante frase de la Primera Enmienda tenía una segunda parte. La segunda parte de la frase decía, que el gobierno de los Estados Unidos no podía prohibir a la gente el libre ejercicio de la religión de su elección. Puestas juntas esas dos frases, afirmaban que aunque al gobierno no se le permitía escoger una denominación o una religión como la creencia “oficial” de los Estados Unidos, tampoco se le permitía no dejar que la gente libremente practicara a su antojo su propia religión.

 

Esto es extremadamente importante porque hay dos puntos de vista opuestos en nuestra nación. Un punto de vista sostiene que vivimos en una nación secular. Secularismo significa que ninguna expresión religiosa es permitida para que influencie la toma de decisiones o la dirección a la que nosotros como nación nos estamos dirigiendo. Hay muchas personas a las que les gustaría que nuestra nación sea edificada sobre una base secular, pero no lo es. No vivimos en una nación secular, ¡pero sí en una pluralista!

 

Pluralismo significa que todos tienen el mismo derecho (ya sean religiosos o no religiosos) para participar en la toma de decisiones de nuestra nación a través del diálogo y el voto. La Primera Enmienda de nuestra Constitución establece firmemente a los Estados Unidos como una nación pluralista, ¡no secular!

 

Los grandes hombres que fundaron nuestra nación nos prometieron en la Constitución y en la Primera Enmienda que nunca nuestras libertades religiosas serían quitadas y que nunca se nos impondría el secularismo. Por esta razón, cualquier partido o candidato que intente violar o limitar la libertad religiosa de la gente, está intentando inconstitucionalmente cambiar las reglas de juego bajo las cuales llegamos a ser una nación libre.

 

De hecho, cualquiera que intente limitar nuestra libertad religiosa es un traidor a los grandes ideales que hicieron que nuestra nación sea lo que es hoy.

 

Nuestra nación no es grande por sus recursos naturales (aunque tenemos maravillosos recursos naturales), tampoco es grande por su gente (aunque tenemos gente maravillosa que vive aquí). Nuestra nación es grande porque fue fundada en ideales grandes y nobles que nunca antes se habían intentado a esa escala en la historia del mundo.

 

Esas ideas cambiaron el mundo. Y aunque nuestra nación no fue fundada técnicamente en la Biblia, las ideas usadas para formar su gobierno eran ideas poderosas porque se alineaban perfectamente con la Biblia. El derecho de cada uno de participar en el gobierno y votar, alinea sus conciencias a la perfección con la enseñanza Bíblica de que todos los seres humanos están hechos a la imagen de Dios, y que Él ama a cada persona sin favoritismo. El derecho de las personas de practicar su propia religión (o no practicar ninguna religión), alinea perfectamente con el hecho de que Dios (que desea que todo el mundo llegue a conocer y obedecer a su Hijo, Jesús) ha dado a cada persona libre voluntad, y que Él, en ningún momento quitará a una persona su libre albedrío. Los sistemas de chequeo y equilibrio encontrados en nuestro gobierno, reflejan con precisión el hecho de que los seres humanos (aunque creados a la imagen de Dios) son pecadores y necesitados de rendir cuentas para refrenar sus impulsos egoístas.

 

Nuestra nación es un regalo de Dios a nosotros, el cual disfrutamos porque nuestros padres fundadores modelaron nuestro gobierno siguiendo las verdades encontradas en la Biblia.

 

Si nuestra libertad religiosa se nos es quitada, entonces nuestro país dejará de ser grande. Si nuestra libertad religiosa se nos es quitada, entonces los Estados Unidos llegará inmediatamente a ser algo diferente de lo que es.

Si nuestra libertad religiosa se nos es quitada, entonces nosotros como cristianos seremos silenciados. Se nos prohibirá mantenernos en contra del aborto, mantenernos en contra del pecado, y el proclamar la verdad de la Palabra de Dios. Si nuestra libertad religiosa se nos es quitada, entonces será ilegal compartir la esperanza de Jesucristo a un mundo moribundo.

 

La religión Cristiana nos llama a decirle a la gente cómo ser salvo del pecado a través de la relación con Jesucristo. Si no podemos ejercer más nuestra religión libremente, entonces vamos a tener que quebrantar la ley con el fin de rescatar a las personas de una eternidad en el infierno.

 

De hecho, los Estados Unidos ha comenzado ya a quebrantar su promesa a su gente. Si nosotros pudiéramos en verdad ejercer nuestra religión libremente, entonces no sería ilegal orar en las escuelas o compartir libremente nuestra fe en las oficinas y escuelas gubernamentales en donde muchos de nosotros trabajamos.

 

La Biblia nos advierte que tenemos que trabajar hoy porque “la noche” viene cuando nadie puede trabajar. Por supuesto, sabemos que esa “noche” viene porque la Biblia nos lo dice. Pero vivimos en un momento único y en un país único en el que se puede influir cuan rápidamente llega la noche. En Estados Unidos, nosotros, las personas, todavía somos capaces de votar por nuestros líderes, por lo tanto se puede influir en las leyes que se nos escriben para obedecer.

 

¿Estaría usted de acuerdo conmigo en que la fe que tenemos en Jesús es la única esperanza para este mundo? ¡Es la voluntad del Señor que compartamos nuestra fe con los perdidos! La libertad religiosa nos permite compartir nuestra fe con los perdidos. Por lo tanto, cada vez que un cristiano vota por un candidato que busca limitar nuestra libertad religiosa (independientemente de su afiliación política), él o ella sin darse cuenta emiten un voto para que la voluntad del Señor no se haga en la tierra como en el cielo.

 

En el quinto capítulo del libro de los Hechos, los apóstoles fueron arrestados y encarcelados por desobedecer al Sanedrín. En otras palabras, cada apóstol optó llegar a ser un convicto transgresor de la ley, porque la ley contradecía el mandamiento de Dios de hablarles a todos de Jesús. Esa noche, un ángel los libertó de la celda en la cárcel que estaban y les dio el mandato de Dios de mantenerse quebrantando las leyes de los hombres (pues les pidió ir directamente de nuevo a las Cortes del Templo a decirle a la gente el mensaje completo de la nueva vida que se encuentra en Cristo). Tan pronto como apareció el sol, ellos regresaron inmediatamente y flagrantemente comenzaron de nuevo a compartir su fe.

 

Su gobierno había restringido su libertad religiosa, pero Dios contradijo al gobierno y los mandó a hacerlo sin importar que pasara. En la confrontación que siguió, Pedro declaró que “debemos obedecer a Dios antes que a los hombres”, y por ello todos los doce apóstoles fueron golpeados simultáneamente antes de ser liberados. El capítulo concluye diciéndonos que “todos los días”, tanto en público como en privado, ellos “no pararon” de enseñar y anunciar las buenas nuevas de que Jesús era el Cristo.

 

Ellos no pararon en desobedecer la ley cuando la ley trató de restringir su libertad para practicar su fe.

 

Hermanos y hermanas, si no podemos practicar nuestra fe legalmente vamos a tener que practicarla de manera ilegal, porque no es una opción para nosotros el dejar de adorar y servir al Señor.

 

Elecciones son selecciones. Nuestra nación está seleccionando gente ya sea que protejan la libertad religiosa prometida a nosotros por nuestros padres fundadores o que esté seleccionando gente que quebranten la promesa y acaben con nuestra libertad religiosa.  Por esta razón, tenemos el deber de participar en el proceso de selección.

 

El 8 de noviembre será una oportunidad para todos nosotros de participar en la selección de nuestro próximo presidente, los senadores y los representantes del Congreso, así como de las autoridades estatales y locales. Hago un llamado a todos los cristianos a participar en el proceso de selección con una o todas las formas siguientes:

 

  • Pase un tiempo, sin prisas, discutiendo esta elección con Nuestro Padre que está en el cielo mientras usted es guiado por el Espíritu Santo. Dígale que usted quiere que el Hijo sea glorificado y que, por lo tanto, necesita su orientación en cuanto a qué decir y hacer.
  • Ejercite su libertad de expresión discutiendo estas cosas con aquellas personas que están dentro de su círculo de influencia. La gente merece el derecho de escuchar la perspectiva de Dios en el proceso de selección, y ellos nunca podrán escuchar Su punto de vista, si usted no habla con ellos sobre el tema.
  • Tome tiempo dentro de su apretada agenda para votar por los candidatos de todos los niveles de gobierno que tienen más probabilidad de proteger nuestras libertades religiosas. Comprométase a no votar a favor de cualquier persona que intente limitar su libertad religiosa, no importando cuantas otras promesas haga. Votar es literalmente una parte de la mayordomía de este mundo que Dios ha confiado en nuestras manos. Con cuidado, use la mayordomía del voto para avanzar los propósitos del Reino y por la causa de Jesús.
  • Hable de estas cosas desde el púlpito y en sus clases de escuela dominical. Usted tiene el derecho legal de hacerlo.

 

Es cierto que durante el gobierno de Lyndon Johnson el gobierno tomó la decisión de amordazar a los grupos sin fines de lucro (y por implicación, a las iglesias) para no endorsar a cualquier candidato en particular. Personalmente estoy convencido que esa decisión fue inconstitucional basado en la Primera Enmienda, por tanto, ilegítima. Yo no estoy usando esta carta para pedirle que respalde a algún candidato en particular. No hay necesidad de dar ese paso en este momento. Pastores y maestros, yo sólo les pido que hablen de los principios que he descrito en esta carta y las importantes libertades que están en juego en esta etapa de la vida de nuestra nación. Estoy convencido de que nosotros, como líderes cristianos, tenemos el deber moral de hacerlo.

  • Ore en relación a entrar al sistema político de nuestro país al nivel de las bases. Cuando los cristianos se involucran en puestos para las juntas locales de las escuelas, el municipio o el comisionado del condado, ellos se vuelven influyentes en el “sistema fabricador” que levantará a los líderes a nivel estatal y nacional. Si decenas de miles de cristianos maduros fueran a entrar al servicio público trayendo el aroma de Cristo a los centros en que se toman decisiones para nuestras comunidades y estados (y eventualmente nuestra nación), ¡qué diferencia más grande harían! Ya no tendríamos más elecciones en las que no habrían buenas opciones porque ninguno de los candidatos comparte nuestros valores. En vez de ello, se nos daría la oportunidad de llevar la influencia de los valores del Reino a todas las esferas de nuestro gobierno para el bien de todos.

 

Por último, hermanos y hermanas, tenemos que recordar que servimos a un Rey que no solo es grande, también es bueno. Su majestuoso corazón es imperturbable a la mezquina política de las naciones y Su carácter noble es solo lo que todos necesitamos mirar en razón de ver que la paz venga a nuestro mundo tan problemático. Jesús es, en última instancia, soberano sobre los hombres y las naciones, y él mueve a los gobernantes de este mundo y sus reinos como piezas en un tablero de ajedrez.

 

Él tendrá su manera, porque Dios nuestro Padre ha puesto todo bajo sus pies y ha colocado el cetro de la autoridad ilimitada en sus manos cicatrizadas por los clavos. Nosotros debemos representarle porque es bueno y correcto que ejerzamos nuestra función como embajadores de Cristo. Y cuando hayamos cumplido con nuestro deber, no seremos responsables de lo que resulte en las elecciones o de cualquier otra cosa en esta tierra. El gobierno está sobre Sus hombros; y cuando finalmente regrese a la tierra, será para reinar supremamente. Aun así, ¡ven pronto, Señor Jesús!

 

Que el Señor le anime en su servicio a él. Soy…

 

Suyo en el servicio al Rey,

 

 

Steve Jones,

Presidente de la Iglesia Misionera